15.12.06

Regreso


La carreta era tirada por Anjin, el gran corcel extranjero de Haruko no estaba acostumbrado a tirar peso aunque era perfectamente capaz de eso; las carreteras construidas décadas atrás por el Campeón Escorpión de esa época aún funcionaban a la perfección. El viaje llevaba varias horas desde la salida de Shimomuru, luego de despedirse de Tora y subir al moribundo Karita a la carreta decidieron marchar de vuelta a Kyuden Ashinagabachi a rendir cuentas a sus momentáneos superiores.

A las pocas horas de salir un par de ogros se acercaron corriendo a la caravana en evidente señal de ataque, mas de seis flechas en cada uno de sus cuerpos los dejo imposibilitados de seguir avanzando, un rápido corte para separar sus cabezas de los hombros les quitó el último aliento.

A mediados del primer día de viaje una gruesa neblina se cerro alrededor del grupo cegándolos, a más de 15 metros de distancia era imposible divisar alguna forma. Pese a esto se guiaron por la carretera que seguían. Horas después se encontraron con un pantano que, según los mapas, no debía haberse formado ahí, decidieron rodearlo no sin antes intentar perder sus huellas en la orilla fangosa de las estancadas y malolientes aguas. Al borde del pantano había comenzado a crecer la hierba.

En un instante la temperatura de las aguas comenzó a subir de manera increíble y el pantano lanzó burbujas a la superficie, la orilla de la laguna hirvió incrementando en cientos de grados justo después de que las bestias de los samurai salieran y tocaran la mohosa tierra. El viaje siguió sin más contratiempos que la aparición unas antorchas tras la niebla que los cubría.

Horas más tarde se toparon con un denso bosque, sin dudarlo se internaron en él tratando de apresurar el viaje a tierras más seguras. El bosque era muy parecido a Shinomen, el actual hogar de las nagas, y por cierto la dificultad de avanzar se intensificó. La carreta fue dejada de lado y el herido Karita fue montado en Anjin, junto a Haruko.

El bosque parecía interminable, cada vez los árboles se parecían más entre ellos y peor aún, la poca luz jamás se iba, ya no se sabía el paradero Amaterasu y Onotanngu. En medio del camino un anciano apareció pidiendo dinero o comida, no media más de un metro, larga barba blanca y una calva brillante; en su espalda cargaba algo similar a un panal de avispas tan grande como él. Itachi se encargo de darle lo que necesitaba, no podían seguir demorándose en el viaje.

Más adelante, aún en el bosque, las luces aparecieron nuevamente, pero esta vez se acercaban poco a poco; los samurai avanzaron pero las llamas seguían acercándose, cada vez más. Mientras tomaban un descanso, en tan sólo un instante estaban sobre las cabezas de los samurai, atacaban sin piedad, llamas que flotaban a una gran rapidez atacaban quemando los cuerpos del Koun-Hiiki y Karita. Ahuyentarlos era casi imposible, más de 80 bolas del tamaño de un puño cubiertas de fuego alrededor de los samurai y sus caballos.

Aoshi Mirumoto recordó su lámpara, un artefacto que recién comenzaba a comprender luego de meses con él, le pidió al espíritu que se encendiera con mucha cortesía. Del interior de la verde lámpara emergió una llama de intenso fuego, esto llamó casi inmediatamente la atención de las llamas voladoras que en menos de 2 segundos entraron en la lámpara generando una gigantesca hoguera de alrededor de 2,5 mts de alto, pero al menos las llamas ya no atacaban.

La gran hoguera no se apagaba y siguieron su camino, tras el ataque de las llamas del bosque Kakita Morihei que gravemente herido y Karita casi muerto. Horas más tarde y luego de un descanso prolongado salieron del bosque, a unas extensas llanuras en donde la neblina no estaba presente, el sol se reflejaba en las caras de los samurai; luego de casi de dos días de viaje al fin se encontraban más relajados en estos llanos y colinas.

Sobre una colina, el grupo encontro otro individuo pegado a un panal de avispas, esta vez una mujer. Hicieron lo mismo que con el anterior, dinero y alimentos a cambio de evitar más problemas y demoras.

En dirección al Este avanzaron durante un par de horas más, se detuvieron al ver cuatro formas montadas galopando en su dirección, el estandarte del Que-No-Debe-Ser-Nombrado se alzaba en la espalda de uno de ellos.

Los caballos llegaron pronto, las flechas de los samurai no los hirieron lo suficiente para detener la carga que se avecinaba, la ultima oleada de flechas del Koun-Hiiki no llego a su destino. Una corriente de viento surgió del suelo y envió las flechas lejos de los huesudos cuerpos de los muertos vivientes, un shugenja sobrevolaba las cabezas de los samurai a treinta metros de altura defendiendo a sus soldados. La escaramuza dejo muy herido a Morihei y muertos definitivamente a sus enemigos, el shugenja logro escapar volando; pero sólo hasta que Haruko ensarto una flecha en su pierna y lo derribó.

Mientras veían el cadáver del shugenja destrozado en el suelo notaron picas y estandartes en el horizonte, tras una colina cientos de banderas se alzaban con el mon de las Tierras Sombrías, el símbolo del poder del Innombrable. La decisión estaba tomada, debían volver a un lugar seguro, era mucha la información que tenían para perderla enfrentando a un ejército infinitamente mayor.

Al ver al Este, un pelotón de 50 guerreros muertos montados sobre caballos ya muertos en dirección hacia ellos, a casi un kilómetro, con los mismos estandartes negros y verdes de las Tierras sombrías y oxidados yari apuntando a ellos.

Ogro, servidor de Fu Leng
Obake
Samurai Sombrío


1 comentario:

Anónimo dijo...

Mala la wea de cronica, queremos otro master!!!!

Firma: Aoshi el dragon